A unos pasos de la Plaza Tiananmen, en el mercado de la calle Wangfujing, la carne de perro es, junto al escorpión de Xingjiang y la serpiente de Sichuán, uno de los manjares más cotizados, pero cuya venta estará prohibida durante las Olimpiadas.
De esta forma China planea evitar herir la sensibilidad de los visitantes extranjeros, muchos de los cuales estiman que el perro es un animal de compañía y no un animal de consumo.
“Queremos respetar los hábitos de los diferentes países”, explicó a la prensa china un responsable de los servicios alimentarios de la ciudad, que pidió el anonimato.
La prohibición se aplicará en los 112 establecimientos “olímpicos” recomendados por las autoridades, aunque la Asociación de Restauranteros de Pekín también insta al resto de cantinas y establecimientos a aplicar la norma, so pena de multa.
El consumo de carne de perro es un hábito alimentario importado de Corea del Sur, país que también prohibió su consumo durante las Olimpiadas de 1988.
En China se cree que la carne de perro, muy melosa y de un color negro, tiene cualidades nutricionales y medicinales, y muchos ancianos la consumen para combatir la hipertensión.
Pero la carne de perro no es la única rareza de las mesas chinas: escorpiones, serpientes, orugas, estrellas de mar, saltamontes y hormigas son algunos de los animales que los chinos comen.
Todas estas especialidades se pueden encontrar en el mercado de Wangfujing, en el centro de la capital, donde decenas de pequeños comercios proponen todo tipo de platos exóticos.
Una tendencia que refuerza el dicho popular chino, que se refiere a los habitantes de la sureña provincia de Cantón, cuyos hábitos alimentarios son más exóticos: “Los cantoneses comen todo lo que vuela, menos los aviones, y comen todo lo que tenga patas, menos las sillas y las mesas”.