15.11.06
Afgano, el perro del monarca
"Nadie sabe de dónde venía, pero aquí está y aquí se queda". La máxima no podía proceder de otro lugar que de una leyenda local, de una historia que proviene de los tiempos del Arca de Noé, cuando el patriarca optó por elegir a una raza canina procedente del pueblo afgano para preservar a los galgos en el nuevo mundo que surgiría del gran diluvio. Pero, provenga de donde provenga, la realidad es que hoy en día podemos disfrutar de la belleza y la sofisticación del galgo afgano.
Por eso se califica su origen en un incierto segundo o tercer milenio antes de Cristo. En lo que sí existe certeza es que en el mundo de los galgos, el pastor afgano ocupa un lugar prominente; tanto, que su presencia ha pasado de considerarse atípica en España, hace dos décadas, a ser normal. Después de haber cruzado multitud de fronteras y haberse asentado perfectamente en todas ellas, hablamos de una raza internacionalmente conocida que ha sido protagonista en miles de exposiciones debido a su inigualable manto y a su perfecta compostura y elegancia.
Un tesoro bien guardado
No cabe duda de que todos los galgos se han originado de un mismo perro, evolucionando según la región donde se reproducían. Y así, la irregularidad del terreno montañoso que anida en Afganistán, con continuos cambios bruscos climáticos, le dio al galgo afgano la particularidad que lo distingue de los demás galgos: la articulación en la cadera con eje de rotación, para poder volver sobre sus cuartos traseros con la rapidez y agilidad necesarias para seguir a sus presas.
Los sehikhs, un pueblo afgano del triángulo Balkh-Chitral-Ghazni, guardaban celosamente esta raza, a la que consideraba como uno de sus tesoros nacionales. Había grandes dificultades para adquirir ejemplares y las pocas personas que conseguían persuadirlos de entregar uno de ellos se encontraban con un gran obstáculo: las rigurosas reglas contra la exportación, puesto que se consideraba que todos los galgos afganos pertenecían al monarca.
Con el colonialismo británico en el Índico este perro entró en Occidente. Una dama perteneciente a las altas esferas de la sociedad británica, la señora Whitbtread, consiguió una pareja de estos ejemplares y, cuando a principio de siglo murieron, cedió sus cuerpos al Museo Británico de Arte Natural, donde todavía se conservan. En 1925 fue fundado el primer club dedicado al afgano, The Afghan Hound Club, en Inglaterra, siguiéndole otros muchos debido al enorme interés que despertó la raza en este país y que ha ido creciendo hasta nuestros días.
Características asombrosas
Altura, independencia, peso ligero, largo y deslumbrante manto y muy cariñoso. Esta descripción del galgo afgano nos permite deducir que se trata de un can aparentemente normal, pero la mayoría de los criadores aconsejan conocer de antemano su carácter para poder mantenerlo como animal de compañía. Le cuesta mucho reconocer que él no es el líder y, cuando considera que una reprimenda no está bien dada, puede aislarse y no obedecer al dueño durante no más de tres días.
Su composición física también es verdaderamente peculiar, ya que es un perro alto pero de conformación ligera. Tiene el pelo muy largo y liso, que se caracteriza también por ser fino y espeso, excepto en el hocico, que se presenta corto. El abundante crecimiento del manto se debe a que este can no sufre ninguna muda, creciendo el pelo sin parar durante todo su ciclo vital, llegando incluso hasta el suelo. De ojos marrones, habitualmente oscuros, y orejas anchas y largas, el galgo afgano mide su elegancia a través de la rectitud de su cuello, que debe sostener la cabeza con dignidad.
El macho tiene un peso de 27 kilogramos aproximadamente, mientras que la hembra se debe mantener en los 23, más o menos. Para que un afgano presuma de tener la altura adecuada, debe medir de 66 a 73 centímetros si es macho, o de 61 a 69 si es hembra. La diferencia que hay entre la talla y el peso se debe, principalmente, a que se trata de un animal acostumbrado al ejercicio diario. Todas estas peculiaridades hacen de este can un ser de apariencia alegre y distraída, debido a su mirada que da la sensación de quitar importancia a todo lo que le rodea y no prestar atención a nada.
De cazador a animal de compañía
El afgano es un galgo corredor y cazador valiente que parece desconocer el miedo. No da jamás un paso hacia atrás cuando su adversario es potencialmente más fuerte; su victoria está basada en la rapidez, la astucia y en el conocimiento de las partes débiles del contrario. Es además el único galgo que posee aptitudes innatas de pastor. Muchos consideran inexplicable el gran equilibrio entre su carácter y sus aptitudes. Parece incompatible en un perro la dureza y la elegancia, el ser cazador con las actividades pastoriles de vigilancia y guarda, una contradicción que en el afgano es absolutamente normal.
El galgo de Afganistán, a pesar de ser un animal aparentemente frío, es un perro extraordinariamente sensible y por este motivo no puede soportar pasar a un segundo plano o cualquier actitud que le pueda hacer creer que ha sido postergado. A pesar de que no está constantemente realizando actos de demostración de afecto hacia su amo, en ningún momento prescinde del vínculo de la amistad que le relaciona con el hombre.