Eduardo de Benito
Nuestros perros de caza autóctonos son parte fundamental de la cultura española y sin embargo cualquier intento de realizar una investigación sobre los mismos se encuentra con una insalvable dificultad, la falta casi absoluta de trabajos de mérito en los 80 primeros años del pasado siglo, ya sean de carácter parcial, descriptivo, analítico o interpretativo. Faltan estudios empíricos con detenimiento sobre aspectos sociológicos, funcionales, cinegéticos, históricos, tanto de alcance regional como nacional.
En el campo cualquier aristocrático pointer o elegante spaniel, de bella estampa y rico pelaje, es preferido a nuestros toscos pachones y perdigueros, aunque nuestros cazaderos sean más escabrosos y secos que las verdes praderas de Inglaterra y nuestras piezas más batalladoras.
Los grandes escritores cinegéticos del siglo XIX como Covarrus, Gutierrez de la Vega y una larga relación de cazadores que escribían sobre temas caninos en España, país de grandes cazadores, desaparecen en la segunda década del pasado siglo. Desde entonces y en un dilatado espacio de tiempo nuestros perros de caza autóctonos han sufrido un lamentable olvido. ¿Por qué este menosprecio de lo nuestro?. La causa hay que buscarlas en la estructura social del país, en la conciencia de nuestra burguesía que marcó hasta el último tercio de este siglo la vida nacional. En tanto en Europa se fomenta la preocupación por la mejora de las especies domésticas y nace la zootecnia, el español, salvo contadas excepciones, se sitúa a espaldas de la investigación, la ciencia, el medio ambiente. En el campo cualquier aristocrático pointer o elegante spaniel, de bella estampa y rico pelaje, es preferido a nuestros toscos pachones y perdigueros, aunque nuestros cazaderos sean más escabrosos y secos que las verdes praderas de Inglaterra y nuestras piezas más batalladoras. De todo ello se resiente la canicultura.
En los primeros años del siglo pasado Francia se apresta a tipificar sus perros de caza, selecciona los ejemplares de mejores aptitudes funcionales y así reconoce hasta un total de 27 razas de sabuesos, 7 de bracos, 5 de epagneul, 2 de grifón. Los alemanes recrean nuevos tipos y mejoran los antiguos, reconociendo 3 teckel, 6 sabuesos, 5 bracos, 3 spaniels. Los ingleses, como fundadores de la cinofilia, hacen una raza de cada perro zarzero que se encuentran reconociendo 20 terriers, 5 sabuesos, 4 perros de muestra, 4 retrievers, 6 spaniels. En España, cuna de los perros de caza, los perros autóctonos parecen no existir. Y esto en el país en que se escribió el gran tratado de la caza con perros “El Libro de la Montería ”, de Alfonso XI, el Justiciero. Buena justicia haría aquel noble rey de Castilla con los que así se olvidaron de los perros de su tierra.
Desde el siglo XIX la afición a los perros venía en España de la mano de los cazadores. En 1866 publicó “ La Caza ” lo siguiente: “Nuestros vivos deseos, nuestra aspiración más vehemente, son que en la exposición francesa de 1867 esté dignamente representada la nación de los grandes cazadores, la nación cuyas magníficas y variadas razas de hermosos perros, han ido a embellecer y formar nuevas castas en otros países que saben apreciar, aunque aparenten desdeñarlo, cuánto hay de bueno y de grande en nuestra noble España”. Otra revista cinegética, “El Campo”, dirigida por uno de nuestros cazadores más prolíficos con la pluma, Julián Settier, encabeza desde 1876 la preocupación por los temas caninos.
En 1898 se crea la Asociación General de Cazadores y Pescadores de España. Inmediatamente se propone establecer exposiciones caninas que sirvan para conocer y mejorar nuestros perros de caza. Así organizan su primera exposición canina de Madrid, en 1899 y dado el éxito obtenido la repite en la de Pamplona, en 1900, coincidiendo con las fiestas de San Fermín, en la que participaron 250 perros y de ellos 230 eran de caza. El secretario y verdadera alma mater de todas estas primeras exposiciones caninas era Juan Mª de Conde, fundador y director de “ La Caza Ilustrada ”, revista decenal de caza y pesca, que escribió párrafos tan encendidos como éste: “Es preciso reconstruir las antiguas razas españolas, mejorándolas y poniéndolas en condiciones si no de superar a los ingleses, al menos de fijar los tipos, haciendo para ello cruzamientos inteligentes”. Las actividades caninas de la Asociación General de Cazadores y Pescadores de España se consolidan en los años siguientes y especial calidad y asistencia de perros logran las exposiciones convocadas en 1911 y 1912, año en que asiste S.A.R. la Infanta Isabel. Si su órgano de expresión inicial fue “ La Caza Ilustrada ”, desde 1911 la asociación tiene como órgano de expresión la revista “Caza y Pesca”, en la misma se publican interesantes trabajos sobre nuestras razas de caza autóctonas. Continúa también con sus exposiciones, logrando en la de 1918 un éxito difícil de superar para la época.
La conservación tiene, por tanto, una larga historia en nuestro país y desde principio de siglo hemos contado con cazadores que desde las páginas de las revistas cinegéticas han dado la voz de alarma sobre el deterioro de nuestras razas autóctonas y que en un plano estrictamente personal han criado y tratado de conservar alguna de tales razas. España ha sido cuna de gran número de razas cazadoras y es bien sabido que razas de prestigio universal como los spaniel o el braco alemán deben mucho de su existencia a la sangre de humildes perros hispanos. Creo que con los perros españoles debemos ejecutar un ejercicio de responsabilidad, por lo que frente a nuestras razas cabe decirnos: CONOZCÁMOSLAS, CONSERVÉMOSLAS, PROMOCIONÉMOSLAS y si es posible, RECUPERÉMOSLAS.
El Real Decreto 558/2001, de 25 de mayo, por el que se regula el reconocimiento oficial de las organizaciones o asociaciones de criadores de perros de raza pura vino a llenar un vacío jurídico que los aficionados a los perros de raza llevaban mucho tiempo demandando. En el mismo se definían aspectos tan importantes como qué es una raza española: “Aquellas razas puras originarias de España, con prototipo y aptitudes definidas, ligadas tradicionalmente a la ganadería por sus actividades de pastoreo y manejo del ganado, la guarda, caza” y se asumía la necesidad de su salvaguarda y fomento: “La autoridad competente elaborará planes específicos de recuperación para aquellas razas caninas españolas que estén o puedan ser consideradas en peligro de extinción”. En ese primer Real Decreto se oficializaban ya las siguientes razas caninas:
Ca de Bestiar (Perro de Pastor Mallorquín).
Gos d'Atura Catalá (Perro de Pastor Catalán).
Ca de Bou (Perro de Presa Mallorquín).
Mastín Español.
Mastín del Pirineo.
Podenco Canario.
Ca Eivissenc (Podenco Ibicenco).
Sabueso Español.
Perdiguero de Burgos.
Perro de Agua Español.
Galgo Español.
Presa Canario.
Perro Majorero.
Euskal Artzain Txakurra. Variedad: Gorbeiakoa o del Gorbea .(Perro de Pastor Vasco).
Podenco Andaluz.
El Real Decreto 558/2001 fue posteriormente complementado con la Orden de 2 de agosto de 2001 que reconocía
Ratonero-Bodeguero Andaluz
Perdigueiro Galego
Podengo Galego
Can de Palleiro
Can Guicho
Poco más tarde la Orden APA /880/2002, de 17 de abril reconocía el
Euskal Artzain Txakurra, variedad Ilersua
Y finalmente la Orden APA /807/2004, de 24 de marzo que ha venido a reconocer otras cinco nuevas razas
Alano Español
Pastor Garafiano
Ratonero Valenciano
Ratonero Mallorquín
Ca Mè Mallorquí
Tenemos por tanto reconocidas ya 26 razas caninas autóctonas, de las cuales 14 son de perros de caza. Parece que el sentido común ha llegado a la Administración y se ha roto una situación de abandono de los perros autóctonos que era ya secular.
Eduardo de Benito es director de la revista Perros de Caza
Nuestros perros de caza autóctonos son parte fundamental de la cultura española y sin embargo cualquier intento de realizar una investigación sobre los mismos se encuentra con una insalvable dificultad, la falta casi absoluta de trabajos de mérito en los 80 primeros años del pasado siglo, ya sean de carácter parcial, descriptivo, analítico o interpretativo. Faltan estudios empíricos con detenimiento sobre aspectos sociológicos, funcionales, cinegéticos, históricos, tanto de alcance regional como nacional.
En el campo cualquier aristocrático pointer o elegante spaniel, de bella estampa y rico pelaje, es preferido a nuestros toscos pachones y perdigueros, aunque nuestros cazaderos sean más escabrosos y secos que las verdes praderas de Inglaterra y nuestras piezas más batalladoras.
Los grandes escritores cinegéticos del siglo XIX como Covarrus, Gutierrez de la Vega y una larga relación de cazadores que escribían sobre temas caninos en España, país de grandes cazadores, desaparecen en la segunda década del pasado siglo. Desde entonces y en un dilatado espacio de tiempo nuestros perros de caza autóctonos han sufrido un lamentable olvido. ¿Por qué este menosprecio de lo nuestro?. La causa hay que buscarlas en la estructura social del país, en la conciencia de nuestra burguesía que marcó hasta el último tercio de este siglo la vida nacional. En tanto en Europa se fomenta la preocupación por la mejora de las especies domésticas y nace la zootecnia, el español, salvo contadas excepciones, se sitúa a espaldas de la investigación, la ciencia, el medio ambiente. En el campo cualquier aristocrático pointer o elegante spaniel, de bella estampa y rico pelaje, es preferido a nuestros toscos pachones y perdigueros, aunque nuestros cazaderos sean más escabrosos y secos que las verdes praderas de Inglaterra y nuestras piezas más batalladoras. De todo ello se resiente la canicultura.
En los primeros años del siglo pasado Francia se apresta a tipificar sus perros de caza, selecciona los ejemplares de mejores aptitudes funcionales y así reconoce hasta un total de 27 razas de sabuesos, 7 de bracos, 5 de epagneul, 2 de grifón. Los alemanes recrean nuevos tipos y mejoran los antiguos, reconociendo 3 teckel, 6 sabuesos, 5 bracos, 3 spaniels. Los ingleses, como fundadores de la cinofilia, hacen una raza de cada perro zarzero que se encuentran reconociendo 20 terriers, 5 sabuesos, 4 perros de muestra, 4 retrievers, 6 spaniels. En España, cuna de los perros de caza, los perros autóctonos parecen no existir. Y esto en el país en que se escribió el gran tratado de la caza con perros “El Libro de la Montería ”, de Alfonso XI, el Justiciero. Buena justicia haría aquel noble rey de Castilla con los que así se olvidaron de los perros de su tierra.
Desde el siglo XIX la afición a los perros venía en España de la mano de los cazadores. En 1866 publicó “ La Caza ” lo siguiente: “Nuestros vivos deseos, nuestra aspiración más vehemente, son que en la exposición francesa de 1867 esté dignamente representada la nación de los grandes cazadores, la nación cuyas magníficas y variadas razas de hermosos perros, han ido a embellecer y formar nuevas castas en otros países que saben apreciar, aunque aparenten desdeñarlo, cuánto hay de bueno y de grande en nuestra noble España”. Otra revista cinegética, “El Campo”, dirigida por uno de nuestros cazadores más prolíficos con la pluma, Julián Settier, encabeza desde 1876 la preocupación por los temas caninos.
En 1898 se crea la Asociación General de Cazadores y Pescadores de España. Inmediatamente se propone establecer exposiciones caninas que sirvan para conocer y mejorar nuestros perros de caza. Así organizan su primera exposición canina de Madrid, en 1899 y dado el éxito obtenido la repite en la de Pamplona, en 1900, coincidiendo con las fiestas de San Fermín, en la que participaron 250 perros y de ellos 230 eran de caza. El secretario y verdadera alma mater de todas estas primeras exposiciones caninas era Juan Mª de Conde, fundador y director de “ La Caza Ilustrada ”, revista decenal de caza y pesca, que escribió párrafos tan encendidos como éste: “Es preciso reconstruir las antiguas razas españolas, mejorándolas y poniéndolas en condiciones si no de superar a los ingleses, al menos de fijar los tipos, haciendo para ello cruzamientos inteligentes”. Las actividades caninas de la Asociación General de Cazadores y Pescadores de España se consolidan en los años siguientes y especial calidad y asistencia de perros logran las exposiciones convocadas en 1911 y 1912, año en que asiste S.A.R. la Infanta Isabel. Si su órgano de expresión inicial fue “ La Caza Ilustrada ”, desde 1911 la asociación tiene como órgano de expresión la revista “Caza y Pesca”, en la misma se publican interesantes trabajos sobre nuestras razas de caza autóctonas. Continúa también con sus exposiciones, logrando en la de 1918 un éxito difícil de superar para la época.
La conservación tiene, por tanto, una larga historia en nuestro país y desde principio de siglo hemos contado con cazadores que desde las páginas de las revistas cinegéticas han dado la voz de alarma sobre el deterioro de nuestras razas autóctonas y que en un plano estrictamente personal han criado y tratado de conservar alguna de tales razas. España ha sido cuna de gran número de razas cazadoras y es bien sabido que razas de prestigio universal como los spaniel o el braco alemán deben mucho de su existencia a la sangre de humildes perros hispanos. Creo que con los perros españoles debemos ejecutar un ejercicio de responsabilidad, por lo que frente a nuestras razas cabe decirnos: CONOZCÁMOSLAS, CONSERVÉMOSLAS, PROMOCIONÉMOSLAS y si es posible, RECUPERÉMOSLAS.
El Real Decreto 558/2001, de 25 de mayo, por el que se regula el reconocimiento oficial de las organizaciones o asociaciones de criadores de perros de raza pura vino a llenar un vacío jurídico que los aficionados a los perros de raza llevaban mucho tiempo demandando. En el mismo se definían aspectos tan importantes como qué es una raza española: “Aquellas razas puras originarias de España, con prototipo y aptitudes definidas, ligadas tradicionalmente a la ganadería por sus actividades de pastoreo y manejo del ganado, la guarda, caza” y se asumía la necesidad de su salvaguarda y fomento: “La autoridad competente elaborará planes específicos de recuperación para aquellas razas caninas españolas que estén o puedan ser consideradas en peligro de extinción”. En ese primer Real Decreto se oficializaban ya las siguientes razas caninas:
Ca de Bestiar (Perro de Pastor Mallorquín).
Gos d'Atura Catalá (Perro de Pastor Catalán).
Ca de Bou (Perro de Presa Mallorquín).
Mastín Español.
Mastín del Pirineo.
Podenco Canario.
Ca Eivissenc (Podenco Ibicenco).
Sabueso Español.
Perdiguero de Burgos.
Perro de Agua Español.
Galgo Español.
Presa Canario.
Perro Majorero.
Euskal Artzain Txakurra. Variedad: Gorbeiakoa o del Gorbea .(Perro de Pastor Vasco).
Podenco Andaluz.
El Real Decreto 558/2001 fue posteriormente complementado con la Orden de 2 de agosto de 2001 que reconocía
Ratonero-Bodeguero Andaluz
Perdigueiro Galego
Podengo Galego
Can de Palleiro
Can Guicho
Poco más tarde la Orden APA /880/2002, de 17 de abril reconocía el
Euskal Artzain Txakurra, variedad Ilersua
Y finalmente la Orden APA /807/2004, de 24 de marzo que ha venido a reconocer otras cinco nuevas razas
Alano Español
Pastor Garafiano
Ratonero Valenciano
Ratonero Mallorquín
Ca Mè Mallorquí
Tenemos por tanto reconocidas ya 26 razas caninas autóctonas, de las cuales 14 son de perros de caza. Parece que el sentido común ha llegado a la Administración y se ha roto una situación de abandono de los perros autóctonos que era ya secular.
Eduardo de Benito es director de la revista Perros de Caza