17.9.07
Freud
Sigismund Freud, el padre del psicoanálisis, gozaba de la compañía de alguno de sus perros predilectos durante sus sesiones con sus pacientes. El perro deambulaba por el consultorio, y el paciente era libre de interactuar con él así lo deseaba. Los biógrafos afirman que se trataba de chow-chow la raza predilecta del eminente Dr. Freud
De una entrevista..
Yo prefiero la compañía de los animales a la compañía humana.
Porque son más simples. No sufren de una personalidad dividida, de la desintegración del ego, que resulta de la tentativa del hombre de adaptarse a los patrones de civilización demasiado elevados para su mecanismo intelectual y psíquico. El salvaje, como el animal, es cruel, pero no tiene la maldad del hombre civilizado. La maldad es la venganza del hombre contra la sociedad, por las restricciones que ella impone. Las más desagradables características del hombre son generadas por ese ajuste precario a una civilización complicada. Es el resultado del conflicto entre nuestros instintos y nuestra cultura. Mucho más desagradables que las emociones simples y directas de un perro, al mover su cola o al ladrar expresando su displacer. Las emociones del perro (añadió Freud pensativamente) nos recuerdan a los héroes de la antigüedad. Tal vez sea ésa la razón por la que inconscientemente damos a nuestros perros nombres de héroes como Aquiles o Héctor.