Rodolfo Valentino (Castellaneta, Italia, 6 de mayo de 1895 - Nueva York, 23 de agosto de 1926) fue un actor estadounidense de origen italiano. De nombre verdadero Rodolfo Pietro Guglielmi, el que sería sin duda la estrella cinematográfica masculina más idolatrada de la década de los 20 emigró a Estados Unidos en 1913 en busca de fortuna. Sus primeros trabajos nada tuvieron que ver con la fama, ni siquiera con el espectáculo, pues empezó a ganarse la vida trabajando como friegaplatos y jardinero (había estudiado agronomía en Italia). Posteriormente, entró en el mundo del espectáculo como bailarín de vodevil.
En 1918 Valentino se trasladó a Hollywood, donde comenzó a aparecer en la pantalla interpretando papeles secundarios. Su gran oportunidad le llegó en 1921, año en que interpretó el papel de Julio en Los cuatro jinetes del Apocalipsis (The Four Horsemen of the Apocalypse). El éxito de la película lo llevó, ese mismo año, a rodar La dama de las camelias (Camille), obra que confirmaría su fulgurante salto al estrellato. De la mano de los más habilidosos representantes, pronto levantó las pasiones de millones de admiradoras y se convirtió en la figura romántica masculina por antonomasia. Su figura enjuta y apasionada destilaba todas las esencias propias del "latin lover". El exotismo de sus personajes no tardó en contagiarse a su vida personal y sus apariciones públicas estuvieron pronto imbuidas de un aparatoso misticismo orquestado por los estudios y fomentado por él mismo.
No tengo hogar, no tengo mujer que me ame desinteresadamente, no tengo hijos y tampoco tengo un amigo sincero. Sólo tengo un perro que me amaría aún si yo no fuese quien soy. He equivocado el camino, soy un fracasado. Me siento terriblemente solo y prisionero de un personaje que me sofoca.
(Rodolfo Valentino en una declaración poco antes de su muerte).
En 1918 Valentino se trasladó a Hollywood, donde comenzó a aparecer en la pantalla interpretando papeles secundarios. Su gran oportunidad le llegó en 1921, año en que interpretó el papel de Julio en Los cuatro jinetes del Apocalipsis (The Four Horsemen of the Apocalypse). El éxito de la película lo llevó, ese mismo año, a rodar La dama de las camelias (Camille), obra que confirmaría su fulgurante salto al estrellato. De la mano de los más habilidosos representantes, pronto levantó las pasiones de millones de admiradoras y se convirtió en la figura romántica masculina por antonomasia. Su figura enjuta y apasionada destilaba todas las esencias propias del "latin lover". El exotismo de sus personajes no tardó en contagiarse a su vida personal y sus apariciones públicas estuvieron pronto imbuidas de un aparatoso misticismo orquestado por los estudios y fomentado por él mismo.
No tengo hogar, no tengo mujer que me ame desinteresadamente, no tengo hijos y tampoco tengo un amigo sincero. Sólo tengo un perro que me amaría aún si yo no fuese quien soy. He equivocado el camino, soy un fracasado. Me siento terriblemente solo y prisionero de un personaje que me sofoca.
(Rodolfo Valentino en una declaración poco antes de su muerte).