20.8.06

El Tumor Canino de Transmisión Venérea (TCTV)


Un tumor canino que se transmite por vía sexual se convierte en el primer cáncer contagioso

Hace más de doscientos años, en algún lugar entre Siberia y China, apareció un tipo de cáncer canino que se comporta como lo que no es y quizá pueda enseñarnos algo sobre los tumores que nos preocupan a los humanos.

FUENTE ABC Periódico Electrónico S.A.



El Tumor Canino de Transmisión Venérea (TCTV) surgió de un lobo o un perro asiático y después se expandió por todo el mundo ayudado por la concupiscencia de perros y perras. Este tipo de transmisión por vía sexual es muy raro en la Naturaleza y, que los investigadores sepan, únicamente los demonios de Tasmania -esos marsupiales negros del tamaño de un perro pequeño, más célebres por el personaje de Warner Brothers- sufren una desgracia parecida.

Pero no sólo la transmisión venérea dota de particularidad a este tumor canino. Algunos tumores humanos son causados por virus que se contagian entre personas -es el caso del virus del papiloma que provoca el cáncer cervical-; lo verdaderamente inusual de este cáncer es que no hay ningún virus involucrado en su transmisión; es el tumor mismo el que se contagia.

«Durante el coito, las células cancerígenas que se encuentran en el pene del perro, se transmiten directamente a la perra. Funciona como un implante», explicó Claudio Murgia, investigador en la Escuela Veterinaria de la Universidad de Glasgow y coautor del estudio que ha confirmado la naturaleza de este «cáncer contagioso».

El artículo con los resultados de la investigación se publica esta semana en la revista científica «Cell» y para realizarlo se llevaron a cabo tests de ADN en tejidos cancerígenos de 16 perros afectados por la enfermedad en Italia, India y Kenia.

Murgia y su equipo descubrieron que, en todos los casos, los tumores eran diferentes genéticamente del perro que los albergaba. Esto significa que el cáncer no había surgido dentro del propio animal por un mal funcionamiento en la producción celular, como suele suceder con la mayoría de los tumores, sino que procedía de un perro diferente. De hecho, como se demostró después, todos venían del mismo cánido. Un análisis de cuarenta tumores caninos venéreos archivados en laboratorios veterinarios en cinco continentes mostró el contenido genético casi idéntico, lo que señalaba una única fuente, el mencionado ejemplar asiático, desde el que el mal se extendió al resto del mundo.

El «hecho diferencial» del TCTV es que, aunque es un cáncer, se comporta como un parásito. Normalmente, las células, para tornarse cancerígenas, acumulan mutaciones, y con cada una de ellas incrementan su capacidad de hacer daño. Sin embargo, el tumor que nos ocupa es en realidad un clon -el más antiguo conocido- que ha comprendido que para sobrevivir no debe ser demasiado maligno ni mutar con tanta frecuencia. «Para evolucionar, las células cancerígenas deben estar inestables genéticamente. Cuando esto sucede, son mucho más dañinas para el cuerpo que las acoge -señaló Murgia-, pero el TCTV es distinto. En un primer momento está inestable, pero a la larga, se vuelve estable y el animal logra sobrevivir».

ENSEÑANZAS PARA LOS HUMANOS

Este tumor canino tiene una mortalidad muy reducida y, a menos que el animal ya esté debilitado, la enfermedad suele remitir de tres a nueve meses después de la infección. Esa es una muestra clara de una astucia heredada de los parásitos. «Para transmitirse a otros animales, el TCTV no puede deteriorar demasiado a su anfitrión. Si lo mata antes de haberse perpetuado en otro espécimen habría fracasado y lo mismo sucede si debilita tanto al perro que no es capaz de competir sexualmente con sus congéneres», afirmó Murgia.

Aunque esta investigación ha sido veterinaria, sus resultados pueden aportar mucho a la comprensión del cáncer. «Si comprendemos cuáles son los procesos que provocan el cambio de una célula cancerígena estable (menos peligroso) a inestable (más peligroso) habremos abierto una vía importante en el estudio del cáncer. El modelo del TCTV es el mejor que podemos encontrar en animales», indicó Claudio Murgia.