17.2.06

Obesidad




Este es un tema que muchos prefieren evitar, sencillamente porque muchas veces es difícil resistirse a esa suplicante mirada y reprimirnos a darles “un bocado y ya”... lo cual sabemos que no es cierto. Como se ha mencionado, son glotones por excelencia y de nosotros como dueños depende que regulemos su peso. Veámoslo de esta manera: hay estudios que dicen que a un perro de mediana edad sólo basta con darles un 1% extra de su ración diaria para que con el tiempo, aumente un ¡25%! extra sobre su peso ideal.
Un perro con exceso de peso pueden mostrar dificultad para respirar o caminar, no toleran bien el calor o el ejercicio. El veterinario mismo nos dirá que nuestra mascota está pasada de peso, pero como sabe bien que es un tópico que puede lastimar susceptibilidades, a veces sólo hará comentarios casuales como: “hace varios kilos que no te veía”, y muchas veces nos lo dirá de manera directa hasta que nuestro perro tenga cuerpo de foca. Debemos entonces armarnos de valor y preguntarle al veterinario (cuando llevemos a nuestro amigo animal a chequeos o a vacunación, corte de uñas o baño) si considera que está en su peso correcto. Como se ha dicho antes, hay estándares de peso pero cada perro es diferente (sobre todo aquellos ajenos a cuestiones de pedigrí, estándares raciales o certificados: el tipo de cosas que tienen más que ver con el valor monetario y no con el verdadero valor del corazón), lo pesará y nos dirá si necesita llevar una dieta especial (hay marcas que manejan líneas especiales para perros con sobrepeso), preguntará qué tipo de vida lleva nuestra mascota (poco o nulo ejercicio, abundancia de bocadillos, etc.). No se vale mentir al médico, ya que todos sabemos que los perros no engordan al respirar: nosotros somos los responsables directos de su peso, ya sea porque los sobrealimentamos, les damos bocadillos a todas horas… o nos hacemos de la vista gorda cuando nuestros perros una y otra vez roban comida de la mesa.
Dependiendo del caso, el médico sugerirá hacer análisis sanguíneos o incluso un análisis de orina para descartar que la obesidad se deba a algún trastorno como la diabetes, o a enfermedades de la tiroides. Para este tipo de enfermedades también existen marcas de alimentos que manejan líneas específicas.
Aparte de la dieta que el veterinario sugiera (nos indicará la cantidad exacta de comida a darle en cada toma, así como alguna marca de alimento específica, baja en grasas, con menos proteínas y con más fibra), es importante explicar todo esto a nuestra familia, para evitar caer en “tentaciones” y rompimiento de dietas. No todo debe ser motivo de tristeza y represión: podemos seguir dándole bocadillos… pero bajos en calorías, como trocitos de zanahoria o cotufas(palomitas de maíz sin grasa). El veterinario sugerirá también el ejercicio, y si no nos es posible salir a caminar con nuestro orejón con regularidad, existen juguetes para jugar con él dentro de casa, ejercitarnos mutuamente y a la vez, pasar un buen rato. Por último, no hay que desesperarnos: hay que tomar en cuenta que se requiere de un promedio de 8 meses a un año, dependiendo del grado de obesidad, para que nuestra mascota alcance su peso ideal. Al igual que con los humanos, la clave está en la constancia y en no cejar. Cuando nuestra mascota alcance un sano peso (hay que llevar a nuestra mascota cada mes o cada mes y medio a chequeos), preguntemos al veterinario qué tipo de dieta debe llevar para mantenerse en ese peso. Tomemos en cuenta que si volvemos a caer en lo mismo que antaño, nuestra mascota engordará de nuevo.